Source text in English | Translation by Gareth Rhys-Jones López (#26227) |
Boom times are back in Silicon Valley. Office parks along Highway 101 are once again adorned with the insignia of hopeful start-ups. Rents are soaring, as is the demand for fancy vacation homes in resort towns like Lake Tahoe, a sign of fortunes being amassed. The Bay Area was the birthplace of the semiconductor industry and the computer and internet companies that have grown up in its wake. Its wizards provided many of the marvels that make the world feel futuristic, from touch-screen phones to the instantaneous searching of great libraries to the power to pilot a drone thousands of miles away. The revival in its business activity since 2010 suggests progress is motoring on. So it may come as a surprise that some in Silicon Valley think the place is stagnant, and that the rate of innovation has been slackening for decades. Peter Thiel, a founder of PayPal, and the first outside investor in Facebook, says that innovation in America is “somewhere between dire straits and dead”. Engineers in all sorts of areas share similar feelings of disappointment. And a small but growing group of economists reckon the economic impact of the innovations of today may pale in comparison with those of the past. [ … ] Across the board, innovations fueled by cheap processing power are taking off. Computers are beginning to understand natural language. People are controlling video games through body movement alone—a technology that may soon find application in much of the business world. Three-dimensional printing is capable of churning out an increasingly complex array of objects, and may soon move on to human tissues and other organic material. An innovation pessimist could dismiss this as “jam tomorrow”. But the idea that technology-led growth must either continue unabated or steadily decline, rather than ebbing and flowing, is at odds with history. Chad Syverson of the University of Chicago points out that productivity growth during the age of electrification was lumpy. Growth was slow during a period of important electrical innovations in the late 19th and early 20th centuries; then it surged. | Silicon Valley está viviendo un nuevo «boom». Los parques empresariales de la carretera 101 se engalanan de nuevo con las insignias de nuevas empresas que emergen llenas de ilusión. Los alquileres se han disparado, de la misma forma que también lo han hecho las casas vacacionales de lujo en ciudades turísticas como el Lago Tahoe, muestra del enriquecimiento que se está produciendo. El Área de la Bahía de San Francisco fue el lugar donde nacieron la industria de los semiconductores y todas las empresas informáticas y de internet que han crecido bajo la estela de este sector. Sus genios han creado muchas de las maravillas que hacen que nuestro mundo tenga un aspecto futurista: desde teléfonos con pantalla táctil hasta búsquedas instantáneas en bibliotecas enormes, pasando por la capacidad de pilotar un dron a miles de kilómetros de distancia. La revitalización de su actividad empresarial desde 2010 sugiere que el progreso está cogiendo impulso. Por ello, puede resultar sorprendente que algunos en Silicon Valley piensen que el lugar está estancado y que el ritmo de las innovaciones lleva décadas bajando. Peter Thiel, uno de los fundadores de PayPal y primer inversor externo en Facebook, dice que la innovación en América está en algún punto entre la agonía y la muerte. Ingenieros de todos los campos comparten esta sensación de desilusión. Y un pequeño pero creciente grupo de economistas estima que el impacto económico de las innovaciones de hoy en día puede palidecer en comparación con el que tuvieron las del pasado. [ … ] En general, algunas innovaciones están despegando impulsadas por una potencia de procesamiento de bajo coste. Los ordenadores están empezando a entender el lenguaje natural. Las personas están controlando videojuegos a través del simple movimiento del cuerpo —una tecnología que quizá se empiece a aplicar pronto en gran parte del mundo empresarial—. La impresión en 3D es capaz de producir en masa todo un despliegue cada vez más amplio de objetos y puede que pronto pase a tejidos humanos y otros materiales orgánicos. Alguien que entiende la innovación de una manera pesimista podría descartar esta posibilidad y argüir que todo esto son solamente castillos en el aire. Pero la idea de que el crecimiento impulsado por la tecnología debe, o bien continuar sin cesar, o bien decaer incesantemente, en vez de fluctuar, está reñida con la historia. Chad Syverson, de la Universidad de Chicago, señala que el crecimiento de la productividad durante la era de la electrificación fue tosco. El crecimiento fue lento durante un periodo de innovaciones eléctricas importantes a finales del siglo XIX y principios del XX; después, se disparó. |